El pasado viernes 17 de noviembre, como algunos sabéis fue el día mundial
del prematuro. Estos pequeños son grandes luchadores, todos lo sabemos. Y pensé
que sería bonito que una súper mamá de un niño prematuro, de la que no diré el
nombre puesto que ella lo prefiere así, una mujer fuerte y valiente como su
hijo, escribiera algo sobre el tema, lo que ella quisiera. Así que el post de
hoy está escrito por ella dedicado a él.
Aquí os dejo su carta:
Lloré, lloré y lloré había llegado al mundo lo más maravilloso que he
hecho en mí vida; pero demasiado rápido.
No tenía a mí bebé entre mis brazos y me sentía una mamá fracasada. No
había podido evitar que cayera líquido amniótico entre mis piernas.
Durante 11 días pese a que yo las cruzaba y me empeñaba en que no
saliera, mi hijo era un prematuro de 29 semanas y 3 días.
En la habitación fría del hospital me sentía sola, con una cesárea, un saca leches y sin mí bebé. Mi hijo estaba en la UCI, en la 3er planta del Taulí (¿quién conoce esa planta? Nadie me había
hablado de ella) lleno de tubos, con mascarilla, electrodos, una vía y motorizado.
Sólo importaba una cosa, sólo una pregunta ¿mí hijo está bien, es un niño sano?
Pero no hay respuesta, la respuesta es que no se sabe, hay que esperar y hacer pruebas.
Así que, esa imagen con las que tantas veces había soñado de salir triunfante por la majestuosa
puerta del hospital con mi hijo en brazos y su padre llevando la canastilla, se esfumó.
Me dieron el alta y llegamos a casa sin barriguita y sin bebé.
Durante 50 días abandoné a mi bebé 49 noches.
50 días de pruebas, análisis, exámenes que sólo él podía superar, Dios mío hijo que fuerte eres!
Mi hijo tenía riesgo de derrame cerebral, cardiopatía, pulmones, vista, oídos, displasia, apneas, etc.
Día tras día fue superando todos los exámenes, le hacían una prueba para saber si le había dado un
derrame cerebral y hasta el día siguiente no había respuesta; nos íbamos a casa a intentar dormir,
¿pero quién puede dormir?
No te pongas nerviosa me decían “se te puede cortar la leche”.
Al día siguiente nos daban los resultados, todo estaba bien, llorábamos de alegría, hasta la prueba
siguiente.
Mi hijo estaba rodeado de bebes igualmente con problemas, no sólo sufres por tu hijo, también por
sus compañeros. “Son muy fuertes decíamos las mamas y los papas”.
Los prematuros entran en un sueño muy profundo y se les olvida respirar, por ello están
motorizados; es como un sensor que se les coloca en un pie y cuando deja de respirar la máquina
pita. Este pitido retumba en los oídos, lo oíamos incluso cuando llegábamos a casa. Cuando pita
preguntas ¿es mi hijo? y respiras cuando no lo es. Pero te conmueves porque si no es el tuyo, es el de
la mamá que tienes en frente o al lado.
Por fin en casa, teníamos a nuestro hijo en CASA.
Hoy mí hijo tiene casi 8 meses, está sano y fuerte. No entra dentro del percentil “me rio en tú cara
percentil”.
Cuando me mira como sólo él sabe hacerlo, me emociono. Espero que algún día entienda porque lo
abandoné tantas noches.
La mamá de un hijo prematuro
Hola Bea! Soy Mireia, compi de postparto. Me encanta esta carta y tu blog. Un besazo!!!
Gracias Mireia, me alegro que te guste XD
Gracias Bea por compartir 🙂
Me alegro que os haya gustado